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Articles by Kenneth Petersen

Lugares del corazón

Si alguna vez viajas a Middleton, en Wisconsin, Estados Unidos, tal vez quieras visitar el Museo Nacional de la Mostaza. Es un lugar asombroso, donde encontrarás 6.090 clases de mostaza de todo el mundo. Si vas a McLean, en Texas, te sorprenderás con el Museo del Alambre de Púas; y más aún, con la pasión por… las alambradas. Un escritor dice que hay cosas peores que pasar una tarde en el Museo de la Banana (aunque me permito disentir).

Un estudio en abuelas

Los investigadores de la Universidad Emory usaron resonancias magnéticas para estudiar el cerebro de las abuelas. Midieron las respuestas empáticas a imágenes que incluían a un nieto y a un hijo adulto propios, y a un niño desconocido. El estudio mostró que las abuelas tienen mayor empatía hacia su propio nieto que incluso hacia su hijo adulto. Esto se atribuye a lo que llamaron el «factor de la ternura» o a que su nieto era más «adorable» que el hijo adulto.

Dios nos habla

Recibí una llamada telefónica de un número desconocido. Suelo dejar que se graben en el buzón de voz, pero esa vez atendí. El telefonista preguntó cortésmente si tenía un minuto para que me compartiera un breve pasaje bíblico. Citó Apocalipsis 21:3-5, sobre cómo Dios «enjugará […] toda lágrima de los ojos de ellos». Habló sobre Jesús, nuestra seguridad y esperanza. Le dije que ya había aceptado a Jesús como mi Salvador personal, pero su objetivo no era «testificarme». Solo preguntó si podía orar conmigo. Y lo hizo, pidiéndole a Dios que me alentara y fortaleciera.

Capacitación en las Escrituras

A finales del siglo xix, comenzando en Canadá y extendiéndose por toda América del Norte, ministerios similares empezaron a desarrollarse. Para 1922, ya funcionaban unos 5.000 programas de Escuela Bíblica de Verano. La pasión que movió a aquellos pioneros de esta actividad fue el deseo de que los jóvenes conocieran la Biblia.

Ver a Jesús

A los cuatro meses de edad, Leo nunca había visto a sus padres. Había nacido con una extraña enfermedad que le nublaba la vista. Entonces, los médicos le colocaron unos lentes especiales.

¿Quién eres, Señor?

A los 16 años, Luis Rodríguez ya había estado en la cárcel por vender crack. Y ahora, por intento de asesinato, estaba de vuelta preso… con perspectiva de cadena perpetua. Pero Dios le habló e hizo que recordara sus primeros años cuando su madre lo llevaba fielmente a la iglesia. Tras las rejas, Luis sentía que Dios le sacudía el corazón. Finalmente, se arrepintió de su pecado y aceptó a Jesús.

El significado de la vida

Un cuento corto del escritor argentino Jorge Luis Borges narra sobre un militar romano, Marco Rufo, que bebe de un «río secreto que purifica de la muerte a los hombres». No obstante, con el tiempo, se da cuenta de que la inmortalidad no era todo lo que se suponía: la vida sin límite era una vida sin significado. En realidad, es la muerte lo que da significado a la vida. Marco descubre un antídoto: un río de agua clara. Después de beber de ella, una espina lacera su mano y se forma una gota de sangre, dándole a entender la restauración de su mortalidad.

El amor de Dios

En 1917, Frederick Lehman, un empresario atormentado por reveses económicos, escribió la letra del himno «Oh amor de Dios». Su inspiración lo llevó a escribir rápidamente las primeras dos estrofas, pero quedó atascado en la tercera. Entonces, recordó un poema que se había descubierto grabado en las paredes de una prisión y que expresaba una profunda conciencia del amor de Dios. El poema tenía justo la misma métrica que su himno, así que lo convirtió en la tercera estrofa.

Expectativa de vida

En 1990, unos investigadores franceses tuvieron un problema informático: un error al procesar la edad de Jeanne Calment. Tenía 115 años, una edad fuera de los parámetros del programa informático. ¡Los programadores habían pensado que nadie podría llegar a vivir tanto tiempo! En realidad, Jeanne vivió hasta los 122…

Semillas del tiempo

En 1879, los que observaban a William Beal tal vez pensaban que estaba loco. El profesor de botánica llenó 20 botellas de diversas semillas y las enterró. Lo que no sabían era que Beal estaba realizando un experimento de viabilidad de las semillas que se extendería durante años. Cada 20 años, se desenterraba una botella para plantar las semillas y ver cuáles germinaban.